
No pasa un día en que no sientas la punzada de la soledad, da igual cuanta gente te hable, te sonría, te la chupe o te pague la farla; siempre lo sientes. Miles de millones de seres compiten por estatus, dinero, sexo, bienestar, haciéndose infelices mientras hacen infelices a los demás. Otros roban las libertades de sus hijos a cambio de un sueldo, sin pararse a pensar en las consecuencias que tendrán para el futuro, dado que ellos mismos son desertores del proletariado castigado en que se desenvolverá su prole.
Nos miramos y sonreímos, a veces con sorna, los hombros ven pasar sobre ellos constantes miradas, nos criticamos con saña, nos destrozamos unos a otros, con palmadas en la espalda y puñaladas en los riñones. Al irse la primavera se terminan los consuelos y solo queda la derrota, cada vez mas desnuda y ausente de artificios; con la mente podrida que no deja ver las razones de tanto dolor. Volvemos la vista atrás, observamos los escombros de unos sueños construidos sobre un lodazal, miramos a todas partes, tratando de encontrar sueños cumplidos, pero lo único que se ve son perdedores demoliendo las ilusiones de los demás.
Si tienes dos dedos de frente, sabrás que siempre estarás solo, que el mundo esta basado en el egoísmo y que nosotros mismos hemos sucumbido a la educación de nuestro entorno. Queremos ser solidarios, pero no le quitamos ojo a nuestro ombligo y pedimos ser comprendidos sin hacer el esfuerzo de comprender a los demás. Saber donde te encuentras es importante, como lo es saber como defenderte, pero desde luego, no es menos importante saber que siempre podrías hacer mas y no lo haces.
Si desprecias, consumes y compites, formas parte de la maquina. Lucha contra todo, pero reconoce tus errores y aprende que la soledad forma parte del problema sin renunciar disfrutar de ella.
9 de Julio de 2009

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